Decir que el fútbol mueve millones de personas y millones de euros no es ningún descubrimiento pero pese a conocer algunas de las realidades que envuelven y caracterizan el mundo del fútbol, no deja de sorprender las cifras que se manejan con el paso de los años. Por ejemplo, las cifras que se han movido en relación a la Eurocopa desde 1992 a 2012 son la prueba inequívoca de un crecimiento exponencial en todos los sentidos. La Eurocopa de 2012, que tuvo lugar en Polonia y Ucrania acumuló una audiencia cercana a los 1.900 millones de personas, aproximadamente un cuarto de la población mundial, y la final que disputaron España e Italia fue vista por casi 300 millones de espectadores en todo el mundo, frente a los 237 millones que vieron la final en 2008.
Es un ejemplo, pero sintomático que muestra y demuestra como el fútbol no deja de crecer y lo hace independientemente de la clase social de las personas que lo siguen. La gente mira todos los gastos pero se permite más costes en todo lo relacionado con el fútbol, que es sagrado. El fútbol es el deporte de todos, vicisitud que no solo hace de los eventos deportivos los más seguidos sino que, además, atraen el interés del mundo empresarial.
Hay quien se lo toma como pura diversión, entretenimiento o afición, pero cada vez son más los que quieren monetizar la pasión y lo que representa, genera y rodea al fútbol se ha convertido en una oportunidad de negocio para empresarios y para marcas que gracias a esta repercusión pueden conseguir un repunte en sus ventas y una presencia de marca duradera. La globalización se alinea con el fútbol y con los avances tecnológicos permitiendo que las marcas-patrocinadores, puedan aprovechar los miles de millones de consumidores potenciales para convencerles de su valor y de sus atributos y, así generar, más ingresos y más imagen. La marca fútbol está de moda y no parece que vaya a ser una moda pasajera.